Red Familias
Del 14 al 19 de Noviembre se celebró por séptimo año consecutivo la “Semana del Prematuro” impulsada por el Ministerio de Salud de la Nación y UNICEF Argentina. Esta iniciativa no sólo pretende crear conciencia sobre los derechos de los niños y niñas que nacen prematuramente, sino también movilizar a los miembros de los equipos de salud, y de la sociedad en general, para garantizar la protección y cumplimiento efectivo de estos derechos.
Cuando un bebé nace antes de las 37 semanas de embarazo se considera que es prematuro, lo que implica que su organismo no está totalmente maduro para la vida fuera del útero materno y es necesario que permanezca en el Servicio de Neonatología del hospital para recibir cuidados especiales, manteniendo un contacto cercano con su mamá y su familia para evitar complicaciones en el desarrollo cognitivo o neurológico.
En 2014, con el fin de que la voz de las familias y de los niños y niñas nacidos prematuros fuera puesta en primer lugar, UNICEF promovió la construcción de la Red de Familias Prematurascon el objetivo de difundir y promover los derechos del prematuro y brindar apoyo, contención y asesoramiento a aquellas familias que están atravesando la experiencia de recibir un recién nacido prematuro.
Verónica y Marcos forman parte de la Red de Familias Prematuras y a continuación comparten en primera persona su testimonio de vida e inspiración para muchas otras familias:
Algo no andaba bien, se presentía. Intranquilos a fines de Abril de 2003 fuimos al control con un nuevo obstetra: la presión de Vero era muy elevada e inmediatamente la medicó pero no funcionó. Dos días más tarde Vero quedó internada en un hospital privado. No sentíamos que el bebé se moviera, pero él estaba ahí. Su crecimiento no era el adecuado para su edad gestacional.
Se tomaron muchas medidas para prolongar el embarazo el mayor tiempo posible. Luego de unas semanas la salud del bebé y la mamá comenzaron a complicarse y no estábamos en el lugar adecuado para que naciera un prematuro de 27 semanas. Estábamos realmente preocupados. Fue entonces que un obstetra nos informó sobre la posibilidad de trasladarlo dentro del vientre a una maternidad segura y centrada en la familia, en donde nos recibiría un equipo de profesionales especializados que contaba con el equipamiento adecuado para darle una chance mayor de vida a un prematuro extremo. Bajo nuestra responsabilidad y gracias a su gestión partimos hacia la Maternidad Sardá.
Allí realizaron nuevos controles, aplicaron corticoides para madurar los pulmoncitos del bebé, y luego de cinco días llegamos al límite: había que interrumpir el embarazo debido a una preclamsia severa. Miedo y esperanza se mezclaban segundo a segundo.
A las 17:21 del miércoles 28 de Mayo, con 730 gramos nació Tomás, y junto a él nacimos como familia prematura. A partir de este momento los conocimientos médicos, nuestra fe y la fuerza del bebé deberían ser probadas.
Por su estado de salud Vero no pudo verlo hasta el quinto día, pero en cambio Marcos pudo conocerlo a las 3 horas de haber nacido. Cuando ingresó a la UCI, abrazó la incubadora, lo miró y dijo: “Hola Tommy, soy Marcos, tu papá, sos hermoso”. Permaneció con él todo el tiempo que pudo, hablándole, cantándole acariciándolo, esperando juntos a que su mamá se les uniera.
Mirando hacia atrás hoy podemos reflexionar que ser una familia prematura nos generó angustia: sentimos miedo a lo no contemplado, miedo a lo imprevisto, pero todo fue disipado gracias al acompañamiento. El acompañamiento recibido desde la Residencia de Madres, con las damas de rosa, hasta las enfermeras y doctores, que con paciencia infinita explicaron una y mil veces todas nuestras preguntas. Porque el desconocimiento causa miedo y cuando uno siente miedo no quiere estar sólo. Y ellos no nos dejaron solos. Poco a poco nos fueron enseñando a ser papás de un niño nacido prematuro, a conocer a nuestro bebé, a interpretar sus cambios y comportamiento. Nos acompañaron y nos contuvieron, nos hicieron parte del equipo de cuidados. Inclusive hoy, después de muchos años, nos siguen acompañando.
Algo muy importante que aprendimos es que el bebé siente la presencia de sus padres. Es capaz de reconocer la voz de su mamá entre otros sonidos, y ayuda a calmarlo. Cada instante que permanezcan junto a él, es una oportunidad para hablarle, cantarle, acariciarlo, incluso durante la alimentáción que los mismos padres pueden llevar adelante con el apoyo del equipo. Esta participación fortalecerá el apego, les dará seguridad y confianza para que cada día que pase se sientan mejor preparados para la tan deseada partida al hogar.
Uno de los recuerdos más felices fue cuando, al mes de haber nacido Tomás, intubado y lleno de conexiones, la Dra. Brundi lo colocó en los brazos de Vero para hacer el primer contacto piel a piel de madre-hijo. Tomás y Vero se fundieron en una mirada que transmitía paz y felicidad, amor en estado puro, un estado soñado y prematuramente postergado. Los ojos de Tomás parecían decir “mami no me sueltes más, en tus brazos soy feliz”.
Ya no sentíamos temor. A partir de ahí, sólo teníamos que ocuparnos de cumplir con el programa de seguimiento. Mientras manejaba a casa veía por el espejo retrovisor a Vero con Tomás en brazos: una postal de amor y armonía para toda la vida.
Para conectarse con la ONG Red de Familias Prematuras: http://www.familiasprematuras.com.ar/